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Buenos motivos para estar contento
Luis Sepúlveda
En un día más tomaré el coche, al GPS ( he decidido que la dueña de la voz que me dice "vire a la izquierda y continüe dos kilómetros...se llama Casimira) le ordenaré que me lleve hasta el hotel donde me alojaré, y pondré rumbo a Lisboa.
En Portugal la crisis está haciendo padecer a los portugueses tanto o más que a los españoles, pero siempre que voy a Portugal me alegro. Me gusta Portugal porque nunca he encontrado la odiosa actitud de nuevos ricos tan frecuente en España hasta que llegó la crisis, y me gustan los portugueses porque nos parecemos: chilenos y portugueses somos discretos, no hablamos a gritos, y en los bares de Porto, Santiago de Chile, Lisboa o Punta Arenas, se puede hablar sin necesidad de gritar para imponerse al ruido de las máquinas tragaperras, a los televisores y a los parroquianos que gritan entre ellos o entre ellos y sus teléfonos celulares.
Me gusta ir a Portugal, porque cada vez que cruzo el Miño siento la bienvenida de mi querido amigo Fernando Assis Pacheco, veo su sonrisa de hombre noble, porque sólo un hombre muy noble merecía casarse con Rosarinho. Y de inmediato ahí, cruzando el Miño, me vienen a la memoria las lecciones gastronomía lusa que me dio Fernando, y la alegría crece,como se entenderá.
Y esta vez la alegría se acrecienta, porque tendré ocasión de saludar y felicitar a mi amigo Nuno Judice por su reciente premio Reina Sofía de Poesía. Nuno Judice es uno de los poetas contemporáneos más importantes, aunque él no le conceda ninguna importancia a eso de ser un Gran Poeta.
Y también, espero que nada se interponga, podré abrazar y felicitar a mi querido amigo Mia Couto por su Premio Camôes. Mia Couto es uno de los narradores más vigorosos y perfectos que he leído. Lo vi por primera vez en Frankfurt hace muchos años, teníamos la misma agente literaria, nuestra querida Ray-Güde Mertin, y en esa ocasión ella me contó que Mia asistiría a la Feria del Libro de Frankfurt, que llegaba al día siguiente, y me ofrecí para ir a buscarlo al aeropuerto. Así lo hice, y mientras miraba a los viajeros que salían de la terminal, recordé que nunca lo había visto, y tampoco recordaba su rostro de alguna fotografía. ¿Cómo diablos lo reconocería?
Los viajeros salían con sus maletas, cada vez menos, hasta que no salió ninguno más. Entonces mientras miraba en todas direcciones buscando un teléfono -todavía no había celulares- se me acercó un muchacho rubio, delgado y me saludó con un : " ¿Tu eres Sepúlveda? Yo soy Mia Couto". Recién ahí me di cuenta de que yo había esperado a un mozambiqueño, a un africano de piel oscura, y lo único que se me ocurrió responderle fue : ¿y por qué diablos no eres negro?
La respuesta de Mia Couto fue lacónica y certera. : "Nadie es perfecto". ¡Qué abrazo nos dimos!
Y por último, estoy feliz porque dispondré de los días 1 y 2 de junio para encontrar amigas y amigos en la Feria del Libro de Lisboa. Sé que en estos tiempos duros la alegría puede ser escandalosa. Pero, qué diablos, estoy feliz, voy a Portugal.
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